Claqueta Quemada un blog de cine para comunicadores audiovisuales Claqueta Quemada: El cine shuper y los snobs

martes, 12 de febrero de 2013

El cine shuper y los snobs

"Hay que llevar al cine este libro"
Lars von Trier hizo alguna vez una película llamada "Bailarina en la Oscuridad". Estamos en la época del manifiesto Dogma (que obliga a hacer un cine austero, ultravanguardista y feroz) , manifiesto que es mandado al diablo con esta película. Muchos salieron maravillados de poder ver a Bjork cantar, bailar y actuar. Muchos lloraron luego de la ejecución de Selma. La opinión unánime era "una muy buena película", "grandiosa" o "una actualización del género musical".


Si te sentiste mal por no compartir esas opiniones, si no corriste a comprar "SelmaSongs", si te pasó cómo a mí, que odié la película de tal forma que lo único bueno de la película o lo único que esperaba con ansias era que ahorcaran a la estúpida de Selma, que acabaran las dichosas y ridículas canciones, bueno...no calificas para snob, porque no aprecias lo "shuper".
Snob es un anglicismo que resulta de la contracción de la frase latina "sans nobile" o "sin nobleza". Ser snob significa posar de sofisticado, imitando los gustos y costumbres de la clase alta y de las personas prestigiosas asociadas a la cultura y al arte. Básicamente, según lo que escuché en el imprescindible podcast "El mundo sin Brando", los snobs son personas con grandes aspiraciones, pero sin el talento para llevarlas a cabo.
El florecimiento de la arrogancia en cuanto a gustos ocurre, sin duda, en el primer año de universidad de alguna carrera ligada a las humanidades. Hay que saber quién es Jodorowsky, David Lynch o Antonioni. Y deben gustarte sus películas si quieres ser considerado inteligente.


Blow up, de Antonioni, es obligatoria. Aunque no la entiendas, aunque la encuentres chistosa (¡horror!), aburrida como uno de esos pesados libros de Cortázar. Odiar a Antonioni es ¿bueno o malo? Al menos yo, seguí insistiendo con él. Algunas películas después me seguía pareciendo pedante y no me importaba "entenderlo". Al fin, di con "L'aventura". Ahí me di cuenta que, a veces, una película es todo lo que tienes que ver de un director. L'aventura es una película que no hay que entender. Creo que muchas piezas de arte nunca serán entendidas, nunca sabremos cual es su mensaje. Lo único que perdurará de ellas es su goce, su belleza que no podrá ser explicada por ningún teórico del cine, al menos no de manera definitiva.


La sandía calada puede que nos lleve hacia el mismo trópico por algo de fruta. 

Aprender a odiar y no sólo a alabar y a disfrutar. Lo siútico, lo higiénico, la sonrisa en las páginas sociales, todo eso es publicidad. No es arte. Yo no tengo la menor idea sobre qué es el arte. Y no quiero saberlo. Hay artistas que tratan de explicarlo reviviendo una experiencia estética y mística, como cuando leyeron ese libro y viajaron por el tiempo, vivieron con los personajes y la propia vida dejó de tener importancia.
Ver películas shuper, odiar a los shuper y sus gustos provoca la paradoja de convertirse en uno. Pontificar sobre algo necesita seriedad y la seriedad, la solemnidad, acaban con una percepción fresca y original. Hay algo de fascista en todo esto, en hacer listas, en clasificar, en señalar, en establecer el buen o mal gusto. Le escuché decir a la comediante Malena Pichot que "la seriedad no sirve para nada".
No hay nada de malo en que me guste el grupo "Mekano" y en saber la letra de varias de sus canciones (Dios mío)
Que cada uno haga con sus ojos lo que le venga en gana. Voy a seguir viendo una y otra vez las películas de Sandra Bullock o esa de los hermanos Wayans ("¿Y dónde están las rubias?). Nunca voy a terminar de ver "La ciénaga", de Lucrecia Martel y no pienso averiguar sobre el resto de su filmografía. Afirmaré que  he  tenido en mis manos sólo un número de la revista El Amante (en cuya portada aparecía Ewan McGreggor asomando su cabeza desde dentro de un sanitario...¿o wáter?), pero que si no tuve otra fue porque no sabía cómo conseguirla. Esa fue la única revista de la que me enamoré y que leí de punta a cabo, aunque me haya demorado como dos semanas. Un sólo número y fue como asistir a un curso universitario, como pegarse un atracón de películas, un viernes y un sábado, completos.
Entusiasma odiar y entusiasma amar al cine.
Tal vez ser snob tenga que ver con lo que cuesta obtener una educación de calidad, porque se va mucha plata en ello y hay que hacerle saber al resto que tu familia y tú son cultos, que tienen el dinero y la inteligencia. Si esto es cierto, no deber haber esnobs en los países socialistas, donde la cultura es ridículamente accesible. O sea, no es snob haber leído los clásicos gracias a la editorial Quimantú, por ejemplo. O asistir a un taller de cine hecho en alguna sede social. No es snob haberse educado cinematográficamente en un cine de barrio, como Tarantino. No, no hay snobs que pertenezcan al pueblo o a la esforzada clase media. Ser un snob sin plata para viajar a un festival de cine como Valdivia es un poquitito patético.
Tal vez posar  de snob (sin exagerar) sirva para acercase a la cultura que tanto necesitamos.




No hay comentarios:

Publicar un comentario